¡Una gratísima noticia! No es el primer premio que recibe Germán Gaviria en esta larga carrera suya pero sí el máximo: el Premio Nacional de Novela que otorga el Programa de Estímulos del Ministerio de Cultura de Colombia. ¡Merecidísimo! Hace unos años quedó finalista en el Herralde, y al comienzo de su carrera, ganó con un guión radiofónico un premio de la Deutsche Welle y a pesar de ellos sigue siendo un escritor prácticamente inédito. Ninguna de sus novelas, que llega casi a la veintena ha sido publicada. Germán es epítome del escritor disciplinado, constante, que se reinventa con cada novela que escribe; que no decae con cada golpe sino que al contrario se crece, madura y tiene la capacidad de ser autocrítico con su obra.
Conozco a Germán hace casi veinte años, corría el año 92 y tres miembros del Centro de Estudios Alejo Carpentier, hicimos el 1-2-3 en el entonces célebre concurso de cuento Carlos Castro Saavedra. Junto con Oscar Arcos Palma, Germán y yo nos llevamos los primeros tres puestos de un concurso al que llegaron cerca de seiscientos cuentos. Desde entonces sellamos una amistad que perdura. No en vano lograron ambos colarse como personajes en mi novela Metatrón,. Luego, dediqué mi novela La Otomana a él y a otros dos miembros del Alejo Carpentier, Mauricio Díaz y Gloria Inés Peláez, también esta última escritora laureada. Una amistad nutrida de literatura, más literatura y por supuesto el mejor vino y la mejor gastronomía. Las habilidades culinarias de Germán son tan refinadas como las literarias, y además de ser un excelente anfitrión es un conversador ameno, ilustradísimo, impecable con la palabra e implacable en sus críticas.
El éxito no le ha llegado fácil a Gaviria Álvarez. A pesar de llevar de su largo oficio sólo algunos cuentos y ensayos han sido publicados en antologías y revistas. Soy testigo de su proceso creativo que ha vivido una franca evolución que lo tiene hoy día en la cúspide de las letras colombianas. Y qué no se diga que los concursos son una lotería literaria. Para desmentir lo anterior, la calidad alcanzada hoy día por Gaviria en su obra, y como antesala a este gran premio, quedó palpada hace menos de dos meses cuando ganó otro premio de novela, el de Novela Corta que organiza a Universidad Central y el Taller de Escritores que dirige el maestro Isaías Peña.
Gaviria, como todo escritor, tiene sus fantasmas. Ha sabido cultivarlos, nutrirlos y hacerlos crecer al nivel de volverlos tema principal de su obra. La violencia en Colombia, la búsqueda de los orígenes personales, la infancia y la adolescencia son temas recurrentes en su obra. Sin haber leído aún Olfato de Perro, la novela con la que acaba de ganar el Premio nacional de Ministerio de Cultura, anticipo una obra de madurez. Conozco otras obras recientes de él donde se evidencia su oficio y su dominio de la técnica y el lenguaje.
Germán es un escritor prolífico y a la vez parco a la hora de publicar. Se ha negado una y otra vez a publicar su obra hasta no considerarla perfecta. Varias veces rechazó las oferta de Ediciones Opus Magnum para sacar a la luz sus novelas, lo mismo cuando quedó de finalista en el Herralde. Aún no era el momento, y mientras veía que sus colegas del Alejo Carpentier publicábamos nuestra producción con relativa facilidad, él se mantenía en su punto. Llegará el día, sin pausa y sin afán, en que todo estará listo para que se conozca mi obra, decía. Y llegó la hora y el día. El año 2011 es el año de Germán Gaviria Álvarez en la literatura nacional. Dos premios de novela, en menos de dos medses es un logro que no se lo brinca un sapo, al contrario, es el reconocimiento de parte de un mundo literario esquivo, a veces egoísta y lleno de intrigas, el que ahora abre sus puertas para darle la bienvenida por la puerta grande.
Germán Gaviria es un esteta: de la palabra, la frase, del texto y más allá, de los libros en general. En su profesión de editor logra un trabajo casi perfecto, en el que ni un solo detalle se le escapa en la diagramación, en la composición, en las imágenes y en la calidad del papel, la carátula, las solapas, las guardas.
Este año veremos publicadas dos de sus novelas El hombre que imagina, ganadora en la Universidad Central y Olfato de Perro. No se trata de un escritor que comienza a asomarse a las letras, no está titubeante y explorando una voz, un estilo. La consagración de Gaviria viene en su madurez literaria, algo raro en el mundo de las letras. Que no nos extrañe si dentro de poco, la obra de Gaviria Álvarez comienza ha ser reconocida por fuera del país.
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