Elogio a esa mujer u hombre que silenciosos deambulan entre estantes y libros, día tras día, semana tras semana, año tras año. Elogio a ese bibliotecario público que quizás llegó al oficio por accidente y hoy ha descubierto una pasión de vida, ama de verdad su oficio y se entrega con todo a él. Elogio a esa persona que abre puertas a jóvenes, niños y adultos para que se aventuren al fabuloso mundo de la lectura, a que descubran que las utopías son posibles y los sueños proyectos realizables. A esa bibliotecaria que no es guardiana sino anfitriona; que propicia a que muchas personas encuentren su vocación de escritor, de simple lector, de investigador, sociólogo, científico, médico, historiador, ingeniero o maestro. Elogio a ese bibliotecario que no es egoísta con sus tesoros, que los comparte generosamente; que vive entre libros —pero también entre personas—; que cuida de ellos, los mima, los limpia y los restaura, que propicia la ágil circulación del saber. Ser bibliotecario e...
Comentarios sobre literatura, el oficio de escribir y pensamiento crítico