Puntos de fuga, de Jairo Andrade: La razón dislocada o como burlar una vez más las perspectivas de la realidad
A continuación el prólogo que
contiene la segunda edición:
La saturación de la racionalidad con su
consecuente alejamiento de todo lo que es lógicamente explicable, ocurrida en
el último siglo, ha llevado al ser humano occidental ha encontrar si no un por qué al menos una aproximación al entendimiento
de hechos inexplicables desde cualquier racionalidad como las guerras, las
masacres, la hambruna, la violencia y la injusticia. Por ello, la razón debe
ser engañada a través de nuevas estratagemas pues siempre fría y calculadora es
demasiada lista para caer en trampas. La
camisa de fuerza cartesiana cierra más puertas de las que abre para abocar el
mundo contemporáneo. Los grandes metadiscursos sociales y políticos del siglo
diecinueve y buena parte del veinte perdieron la vigencia desde hace tiempo, y
en su lugar surgieron esclarecimientos irracionales, como los surrealistas, entre
tantos, para enfrentar, digerir y vivir en el mundo. Hoy día, en gran parte, la
sospecha se ha entronizado como medio de conocimiento, de aprehensión de la
realidad. Se sospecha hasta de la sospecha, como el ouroboros, la serpiente mítica que se devora a si misma
engulléndose la cola.
La literatura no ha sido, ni mucho menos,
ajena a esta tendencia. Es más, ha sido una de las principales animadoras de
esta dislocación de sujeto y objeto, tiempo y espacio, física y metafísica,
realidad y no realidad. Kafka, Borges, Bukowski, Cortázar, por sólo mencionar
un puñado, nos llevaron a enfrentarnos al absurdo, a la vida fantástica, a los
mundos paralelos, a las posibilidades irracionales de los hechos, de la actividad
mental y psíquica en una época donde ya nada es quimérico.
Jairo Andrade es un heredero aventajado de
una tradición que se encuentra lejos de estar agotada. Los diez cuentos que reunidos
en este libro, que logra ya una significativa segunda edición en menos de un
año, desde cuando fue galardonado con el Premio Nacional de Cuento Jorge Gaitán
Durán a fines del 2012, tienen un leitmotiv
que envuelve y resuena en cada una de sus páginas: el dislocamiento de la
realidad y la apertura hacia lo fantástico, lo insólito, los mundos paralelos y
la discontinuidad del espacio y el tiempo, la vida y la muerte.
El último relato del libro y que da el
título al volumen, sintetiza en un aparte este tema:
“…nos explicaba como lograr
una impresión realista de cualquier escenario, urbano o rural, usando puntos
imaginarios para crear sensación de profundidad respecto a la línea del
horizonte, llamados puntos de fuga. Muy honesto, recalcaba que el punto de fuga
no existe en la naturaleza. Que se trata de un truco del ojo para engañar al
cerebro, conocido como perspectiva. Como fuera, al aplicarlo a mis paisajes,
empecé a percibir que también el mundo se componía de infinitos trazados nunca
antes vistos, que ahora se revelaban en todas partes como por arte de magia….
Con el tiempo descubrí que si me evadía por el punto de fuga que explicaba un
fenómeno, podía evitarme la molestia de convivir con su explicación. Cada punto
de fuga se convirtió en un paraíso. Me ponían a tal distancia de las cosas, que
pronto dejaban de interesarme por completo. Estoy mucho más allá y mejor que un
muerto, pensaba, porque el muerto está preso en su tumba… Pero la evasión a través
de los puntos de fuga, y cada segundo me traía muchos más, me permitía estar
muerto y olvidado en una tumba transitoria. mientras ejecutaba los ademanes necesarios
para que todos creyeran que seguía vivo y con ellos. Mi nacimiento no era más
que un error de perspectiva, que había logrado corregir gracias a las virtudes
del punto de fuga.”
El punto de partida en muchos de los
relatos son hechos concretos, verificables, históricos: el incendio de la Torre
Avianca, la guerra del Golfo Pérsico, el atentado contra las Torres Gemelas, la
insulsa tentativa de un golpe de estado por nazis colombianos a López Pumarejo.
Sin embargo, esos hechos son apenas los puntos por donde los personajes
aprovechan para fugarse de la realidad y poder acceder a mundos alternos, a
posibilidades míticas, a experiencias inexplicables desde cualquier cinturón de
la racionalidad. De allí a la aparición de zombies, albinos, muertos revividos
y otros especímenes, no hay sino un paso, apenas consecuencia natural de la
alucinante capacidad creativa del autor, quien es el primero en aceptar la
invitación a deslizarse de manera infinita por el punto de fuga de la creación
literaria, que bien vale la pena recordarlo, así sea obvio: no es otra cosa que
la creación de mundos falsos, imaginarios, así sean más reales que la absurda y
falsa cotidianidad en que vivimos atrapados.
Philip Potdevin
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