por Philip
Potdevin
Llegamos al último y tal vez más novedoso
de los tratados amorosos que nos ocupan en esta serie. Se trata del Kama Sutra Español, obra editada en un
estudio crítico por la profesora portorriqueña Luce López-Barralt. El
manuscrito, conocido como el S-2, reposa en la biblioteca de la Real Academia
de la Historia de Madrid desde mediados del siglo diecisiete, y no ha sido
desconocido del todo. Distintos autores han hecho referencia a él, pero ninguno
había dimensionado el valor histórico y literario del mismo. Comencemos por
decir que el manuscrito carece de portada que nos revele el titulo y por
consiguiente también desconocemos su autor. El tratado está encuadernado en una
obra mayor, con diversos trabajos del mismo autor. El re-descubrimiento de la
obra parte en dos la historia de la literatura erótica en español, pues estamos
ante un verdadero tratado erótico amoroso, el primero escrito en español, en el
mismo español prístino y refinado de Lope de Vega, pero con la curiosidad que su autor fue un
morisco, del que poco sabemos más allá que fue expulsado a Túnez en el año de
1609.
Quien lo creyera: ¡un texto musulmán, sobre
el erotismo y la relación sexual,
escrito en español y prácticamente desconocido hasta hace un par de
años! Guardadas las proporciones, para la historia de la literatura hispánica,
es un hecho de proporciones similares al descubrimiento de los Rollos de la
secta de los esenios de Qumram en el desierto jordano.
El precepto principal del libro es una
aseveración tan atrevida, que parece inconcebible bajo la luz de algunas
facciones del islamismo moderno que censuran el placer sexual como fuente de
satisfacción al apetito hedonista: "el sexo nos lleva a Dios" postula
el enigmático autor morisco, y como si fuera un profundo conocedor del
tantrismo hindú, nos lleva de la mano a través de los secretos de la relación
amorosa, en un texto pletórico de citas de Lope de Vega y de los más
encumbrados autores del siglo de oro español, y por igual de los mejores
autores musulmanes de la época, como Algazel, Zarruq, Asbag y otros
jurisconsultos árabes y sufíes.
Por lo tanto, este Kama Sutra español, es coetáneo con la mejor prosa y verso de Lope,
de Garcilaso y Góngora. Cuando ya se pensaba que estaba agotado el estudio del
Siglo de Oro, aparece un texto de incómoda lectura para los especialistas en ese período. Otra obra de similar talante, ha
pasado casi desapercibida hasta nuestro días, a pesar de contar con un par de
ediciones, bastantes oscuras y restringidas: el KamaSutra catalán, Speculum
ad fodere o El espejo del coito,
escrita en el siglo XV, por otro autor desconocido.
Este Kamasutra español es una obra maestra
de la erotología en la que su autor funde lo mejor de sus maestros españoles y
árabes. Aquellas escritores que si bien han nacido dentro de una cultura, no
ahorran esfuerzo por lograr la universalidad
a través de la conjunción y congruencia de culturas conexas así parezcan opuestas. El Kama Sutra
español nace en un contexto musulmán pero está inspirado en Lope
de Vega.
Es desafortunado que la profesora
López-Barralt, a falta de mejor título, lo haya rebautizado como Un
kamasutra español, subtitulado tibiamente como El libro de las buenas maneras
en materia de matrimonio, titulo prestado de otra obra árabe de similar
tenor. No nos atrevemos a sugerir un mejor título, pero subordinar esta
espléndida obra a otra obra, no de menores proporciones, como el famoso Kama Sutra hindú es a todas luces
desacertado.
Impulsado el autor por un animo didáctico y
científico, el autor se ocupa del coito en todos sus detalles, como el juego
erótico previo a la cópula, las posiciones más recomendadas, la consecución del
orgasmo simultáneo, las abluciones que se deben llevar a cabo una vez consumada
la relación. El acto sexual como antesala al conocimiento de la Divinidad.
El varón que se va a casar, necesariamente
cae en una de cinco categorías, dice el refugiado musulmán. Primero, está aquel
que no puede contenerse sexualmente pero tampoco tiene dinero para comprarse
una esclava con quien satisfacer sus ansias sexuales. A este le es aconsejable
contraer nupcias. Segundo, está el que no teme caer en el pecado del adulterio
y tampoco tiene como mantener a la mujer. No le conviene casarse. Tercero, el
que no se siente muy inclinado a las relaciones sexuales y teme por ello no
cumplir con las expectativas de la mujer. Cuarto es el viejo, el estéril o
parco en apetito sexual. A este se le permite casarse pero debe advertir a su
mujer de su situación, para ver si ella se aviene a aceptarlo en esas
condiciones. El quinto es el que apetece el acto y está en condiciones para
mantener a su mujer, a este, por supuesto,
se le recomienda vivamente casarse.
Por otra parte la esposa debe reunir
ciertas condiciones físicas y morales. En primer lugar debe ser temerosa de
Dios y obediente. Además debe ser hermosa para así evitar que el marido tenga
que posar su mirada en las huríes o en cualquier otra mujer. Debe ser además
fecunda pues ese es el objeto del matrimonio y preferiblemente debe ser virgen,
sin comercio sexual con otro hombre o porque sea viuda por que:
la
doncella, las que lo son, son más prestas en el engendrar y tener hijos en
ellas y mas Regucijadas para tener gusto. Y demás desto, como está ynocente de
la obra del acto y otra cualquier cosa que con ella se hace, piensa que no hay
otra cossa mexor que ella, a diferencia de la biuda, que mira y compara algunos
atributos tuyos con los del muerto. Y si son como ellos o mexores, te quiere y
ama, y si no, te aboRece y se acuerda del otro.
El autor pasa a ocuparse de los detalles de
la ceremonia nupcial, de la fiesta de bodas, del trato que se debe dar a la
esposa e indica como el atareado marido debe cumplir con sus deberes cuando se
casa con más de una mujer. Aquí, el autor en este punto debió causar gran
sorpresa entre sus lectores,
posiblemente criptomusulmanes que profesaban la religión islámica a escondidas
del cristianismo y de su órgano policivo: la Inquisición, al descubrir que era
permitido, dentro de su profesión religiosa, el contraer matrimonio plural; el
autor entra en el detalle de cómo el marido debe repartirse cada noche con una
de sus mujeres para así rotar entre todo el harén y no causar celos o envidias
entre ninguna de sus esposas, y sale en defensa de la mujer para hacer valer el
derecho que tiene cada una de las esposas de gozar de su marido cada tantas
noches.
Hay pasajes más audaces como el de la mujer
que se queja ante el cadí que no podía soportar el acto con el marido por tener
este un miembro demasiado grande, y el consejo no se hace demorar, asesorándola
que el marido debe atarse un paño alrededor del miembro para evitar que este
penetre en su totalidad. La pregunta es qué tanto debe quedar descubierto, y la
respuesta la da el mismo autor advirtiendo que debe quedar "de doce dedos de largo".
En este punto es necesario advertir que el
lenguaje utilizado a través de toda la
obra dista mucha de ser grosero. No estamos ante una obra vulgar. Recordemos
que el autor enfoca el tema como una de la formas de acercarse a Dios, y a
diferencia de otros tantos Tratados amorosos, entre otros el Espejo del coito, el llamado KamaSutra catalán, donde son de uso
frecuente palabras vulgares para llamar, por ejemplo los órganos genitales, en
la obra del refugiado tunecino se usan bellas palabras eufemísticas como
"baso" para denominar la vagina y "miembro" para el órgano
masculino. Sobre los juegos que anteceden a la unión sexual , el autor
recomienda: "antes del acto es cosa
de premio el jugar con ella con todas las circunstancias de gusto que pueda,
besando, abraçando y dejando para que con esto se contenten los dos y se
apresten sus coraçones y pretençiones, de suerte que, ençendidos en gusto, ella
pida a su marido la obra y él la execute con fuerça. " Pasa luego a
describir las posiciones que recomienda y las que puedan ocasionar peligro
tanto para la mujer como para el varón. Y finaliza la obra con la necesidad de
que la pareja llega a la culminación del acto en manera simultánea para
asegurar el completo deleite de los dos, y como al acercarse al momento final
se deben acompañar unas fórmulas mágicas que no son otras que el rezo para
hacerlo "en nombre de Dios"
Con esta
breve alusión al Kama Sutra español damos
por terminada la serie de cuatro tratados amorosos.
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